Y curiosamente, también es la crisis la que está poniendo remedio a
este descenso con la llegada de féminas que requieren de un vehículo
para incorporarse al mercado laboral en unos momentos económicos poco
halagüeños.
"Con la crisis se vuelve a hace décadas", explica Miguel Menéndez, de la
Autoescuela La Flor de GRADO. "Desde hace dos años notamos que hay un
15% más de matrículas de gente que ya ha cumplido los 40 y que, quizás
por temas laborales en estos momentos de crisis, necesita carnet de
conducir".Son, sobre todo, mosconas que se incoporan por primera vez al
mundo laboral.
Además, la situación económica actual provoca que los alumnos dejen
transcurrir un tiempo entre el teórico y el práctico, así como el
retraso de la edad para obtener el permiso de conducir, que ya se
considera un bien "prescindible".
"Ahora lo frecuente es acudir a la autoescuela superados los 20 años, y
no con 18 años recién cumplidos como antes", indica Miguel Menéndez.
"Los jóvenes se matriculan cuando finalizan sus estudios universitarios,
justo antes de empezar a trabajar", prosigue.
Y, en el caso de las chicas, prevalece "la necesidad sobre la afición".
"Las jóvenes quieren el carnet porque es necesario para conseguir un
empleo o porque su padre insiste en que lo saquen", comenta.
En cambio, en términos generales, ellos "deciden obtener el permiso de
conducir porque les gusta; por diversión".
Quizás en esta diferencia de motivos está la explicación de por qué a
las mujeres mosconas les resulta más complicado que a los varones
superar el examen práctico.
"De 100 hombres que se examinan, como mucho no pasan la prueba 10;
mientras que de 100 mujeres pueden suspender unas 30", explica el
propietario de la Autoescuela La Flor. Y eso a pesar del número de
clases prácticas.
"En igualdad de condiciones, es decir, si ninguno de los alumnos ha
cogido nunca un coche, es frecuente que una mujer necesite entre 10 y 20
clases prácticas más que un hombre", destaca.
Pero aunque no gozen de las mismas habilidades al volante que los
caballeros, ellas demuestran unas facultades superiores a las de los
hombres al enfrentarse al teórico. "Ellas son más constantes y ellos más
vagos, se cansan de hacer test", dice Menéndez.