El fatídico día 11 de marzo del 2004 su vida dio un vuelco del que
parece que nunca volvió a recuperarse del todo. Emilio Llano, el
vigilante de Mina Conchita exculpado de su participación en los trágicos
atentados de Madrid tras pasar casi dos años en la cárcel, fallecía en
la madrugada del martes al miércoles víctima de un cáncer. Desde Gradonotocias nos unimos al dolor de la familia y sobretodo de sus dos hijos ,al cual tengo el gusto de conocer por vivir cerca de mí.
La tragedia ha marcado a esta familia en un momento en el que trataba
de encauzar su vida. Después de los momentos más duros, cuando Emilio
Llano estaba en la cárcel y se le acusaba de conocer el destino de la
dinamita que se sacaba ilícitamente de Mina Conchita, el tribunal dio
crédito a su testimonio. A pesar de que el fiscal le pedía 5 años de
prisión por el delito de suministro de explosivos, la sentencia
reconoció que el no sabía nada y que su único fallo había sido no
realizar un control más exhaustivo del polvorín de la explotación.
El
perfil Emilio Llano estaba casado y tenía dos hijos. Había nacido en el
año 1960 en Cangas del Narcea, pero en la actualidad residía en el
concejo de Grado. Cuando sucedió el atentado era vigilante en Mina
Conchita, explotación en la ya llevaba 27 años trabajando. En junio del
año 2004, tres meses después del atentado, y cuando la trama asturiana
de los explosivos se estaba desenmarañando, fue detenido. Estuvo en
prisión preventiva hasta el mes de abril de 2006, momento en el que fue
puesto en libertad condicional a la espera del juicio.
Durante el
macroproceso celebrado en Madrid en 2007, reiteró en múltiples ocasiones
que él no tenía nada que ver con la trama, aunque tuvo que escuchar
cómo se hablaba de la falta de control que había sobre la dinamita.
Hace
justo tres años recibía la mejor noticia posible en este escenario:
había sido absuelto. Pero quedaba una pregunta en el aire: ¿Cómo
compensar los años de cárcel? Su abogada en aquellos momentos, Pilar
Gómez Pavón, barajaba la posibilidad de iniciar acciones legales para
restituir su honor, pero admitía que nadie le iba a devolver el tiempo
perdido. Entonces Llano y su familia aseguraron sentirse “muy contentos”
con la sentencia.
La absolución Una vez libre de toda sospecha
trató de rehacer su vida. Volvió a trabajar y a hacer una vida familiar.
Todos estos proyectos se truncaron con un diagnóstico que volvía a
golpearles. Padecía un tumor. El tratamiento al que se sometió desde
entonces no fue suficiente para vencer este nuevo reto vital.
Llano
falleció la noche del martes al miércoles mientras permanecía ingresado
en el hospital. Sus restos mortales fueron trasladados al tanatorio de
Grado donde tuvo lugar un multitudinario velatorio. El funeral se
celebrará hoy en su localidad natal.
Reportaje de La Voz de Asturias.