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Moscones por el Mundo: Flor desde Tenerife

Javier Alonso Navarro - Moscones por el Mundo - 07/04/2010 00:00


Hola Javier: Te mando un pequeño fragmento de mi paso por Grado y mi infancia en Doró (Sama de Grado)  Mi padre se llama Ángel Álvarez Fernández y nació en Doró (Sama de Grado) el 31 enero 1931. Mi madre, Isolina Álvarez Alonso nació en Las Cuestas de Trubia el 13 noviembre de 1933. Fruto de este matrimonio nací yo.
Flor Álvarez, en las Cuestas el 28 de junio 1960. Me casé en Grado con Ramón García Fernández (ramón el hijo de Herminia de la Cruz, nieto de Herminio y Antonia, sobrino de Minin...etc.) el 21 de marzo de 1981.

Hemos tenido dos hijos que nacieron en Grado: Patricia y Pelayo García Álvarez. Vivimos en la Cruz hasta el año 1985, y después nos trasladamos a Ramón Areces, detrás de la discoteca del Parque. Allí estuvimos hasta 1990 en que trasladaron a Ramón a Tenerife y nos hemos quedado a vivir aquí.

Recuerdo cuando íbamos a la hierba en Doró, y los críos bajábamos al río a coger agua para refrescar, a los que trabajaba. Iban todos los hermanos con sus mujeres e hijos, y entre todos ayudábamos a recoger la hierba. Después se llevaba al pajar y los más pequeños pisábamos la hierba para que cogiera más cantidad. Nos ponían a saltar y jugar porque así la aplastábamos. Se recogía las patatas, se hacía el embutido y se guardaba en la panera de mi abuela Delfina para que se secara y los ratones no se lo comieran.

Recuerdo también cómo se hacía la colada. Mi abuela ponía en un barril una capa de ropa mojada, esparcía ceniza del fuego de leña donde hacían el pan, otra capa de ropa, otra de ceniza.... así sucesivamente. Aquello se dejaba macerando unos días. Después iban al río para aclararla y terminar de lavarla con jabón que se hacía con sosa cáustica, grasa de cerdo... Si a pesar de todo este proceso no se quitaban las manchas, ponían la ropa al verde, esto es: se extendía sobre los ‘praos’ para que le diera el sol directamente. Esto desinfectaba, quitaba las manchas y después le daba un blanco espectacular. Un olor inigualable, aún recuerdo esas sábanas recién puestas en la cama... era una delicia. Bajábamos al molino a moler maíz para hacer fariñas. Detrás pasaba el río, hablamos de un molino de agua (el molin de Adela, mi tía y hermana de mi padre).

También recuerdo a mi padre pescando truchas y cómo mi madre las preparaba con tocino... una delicia. Mi abuela hacía pan de escanda y lo guardaba en unos arcones enormes, envuelto en paños para que durara toda la semana. Hay que tener en cuenta que se encendía el horno, se amasaba y se hacía una vez a la semana para toda la familia.

No había necesidades porque todo estaba en casa: la huerta para plantar, las vacas para la leche, la manteca y la cuajada. El cerdo para el embutido. El pan con el maíz que se molía en el molino. Los hombres hacían todas esas tareas y trabajaban en la fábrica de Trubia, algunos como aprendices, otros como torneros como mi padre...

Tiempos terriblemente duros ya que los medios de comunicación no existían, iban caminando a Trubia y volvían otra vez igual. Cuando llegaban a casa les esperaba el campo y los animales que atender. Recuerdo escuchar a mi padre que se levantaban a las 5 de la mañana y que estudiaban con un candil de petróleo a escondidas de mi abuela porque se gastaba, para poder aprobar los exámenes de aprendices.

Estaban flacos, no había diabetes, ni colesterol, ni enfermedades raras relacionadas con el ocio y la comodidad que disfrutamos hoy en día. No había tiempo ni para enfermar, no se lo podían permitir. Recuerdo a mi abuela utilizar la ‘cirigüeña’ para curar heridas, hacer ‘fervidillos’ para el catarro. Todo se curaba con esta hierba, que aún podemos encontrar silvestre en cualquier parte de Sama de Grado.

Contaba mi padre que tenía que ir en burro hasta Grado para llevar la harina. Tenía él 5 años, lo montaban en la burra y ella sola iba hasta Grao. Allí bajaban las bolsas con la harina, cargaban a cambio lo que pidiera mi abuela: aceite, azúcar...etc. Regresaba mi padre sobre la burra y llegaba con los mocos cayendo, las piernas llenas de sangre por el roce con las paseras, porque el burro sabía el camino pero no sabía cuidar al crío que llevaba encima. Nadie robaba la carga. Todos reconocían al burro y al crío. "Es el fío de Fina la de Doró, solían decir".

Cuando mi padre se casó con mi madre se fue a las cuestas a vivir e íbamos todos los fines de semana caminando hasta Doró a ver a mi abuela. Había que cruzar muchos praos porque la carretera era muy larga. Atajábamos por Camales y la fuente del oso. Ese era el camino que cogían los obreros para ir a Trubia a trabajar.

Añoramos mucho aquellos domingos en los que íbamos al Infierno a tomar sidra y huevos cocidos, chorizo cocido.... Lugar que olía a familia a dulzura, donde te esperaban con los brazos abiertos para atenderte con todo el amor y te despedían de la misma manera. Por aquel patio central corrían nuestros hijos sin que molestaran a nadie... alrededor estaban los edificios con las coladas tendidas al sol. Con una mezcla de olores a jabón, suavizante, sidrina, chorizo... realmente delicioso.

Recuerdo cuando éramos jóvenes Ramón y yo y empezamos a salir a la discoteca del Parque, porque el Maijeco era para "mayores". Íbamos a las 17 horas y nos íbamos a las 20:30 pa coger yo el tren a Trubia, donde me esperaba mi padre. Había un ambiente muy sano. Añoro aquellas tardes que cogíamos el coche e íbamos hasta Tameza y Yernes a comer cabrito, queso afuega´l pitu y vino. No sé si aún sigue existiendo esa tradición. Recuerdo el Bailache, íbamos con los crios a merendar y a bañarnos en el río. Solía caminar desde la Cruz hasta el centro de grado yendo por la carretera que va al bailache y después cogía la desviación hacia la mata, para llegar al centro. Mi ginecólogo me puso a dieta porque el Pelayo venía muy grande,jejej.

Añoro el mercado de los domingos y el miércoles. Era visita obligada con las abuelas, después un cafetín en las Palmeras, a buscar a los crios al colegio y a casa a comer. Íbamos a casa SINDO a comer sardinas a la parrilla con sidrina. Al Quintana a comer oreja de cerdo... qué rica. A casa Pepe el Bueno a comer y pasar la tarde. Alguna vez vimos competiciones de gallos de pelea, no sé si existe todavía. A la Merced íbamos por la tarde a tomar el café.

Aquellas tardes en que nos juntábamos todas las madres en el parque de abajo, con los cochecitos de los bebés, a darles la merienda y aprovechar nosotras para hablar un ratin y de paso, salir algo de casa y de la rutina diaria. Me acuerdo del cine, la última película que vimos allí fue cenicienta, con mi hija Patricia. Poco después lo cerraron. Comprábamos la ropa de caballero en el Estuche y la de mujer en Arellano o Amor. La de los crios en la Fuente, que era especial para bebés y niños. Las novenas en el Fresno. Era obligado porque si no la suegra se enfadaba... Los años ochenta fueron buenos porque había mucho ambiente familiar. Había muchos sitios para poder salir a tomar algo o a pasear.

Existía la diferencia de clases muy marcada. Pero los jóvenes nos divertíamos sanamente, sin necesidad de drogas ni alcohol. Había discotecas para jovencitos desde las 17 horas. A partir de las 21 horas eran para mayores y ya no te dejaba entrar. Por la tarde no servían alcohol. El Maijeco ni nos lo planteábamos porque era para los mayores y te pedían el carnet para entrar. Había otra discoteca por detrás del parque, al lado de Ramón Areces, pero no me acuerdo cómo se llamaba... no tenía muy buena fama.

Hemos pasado muy buenos momentos en Grado, pero la vida te transporta lejos para trabajar y aprendes a vivir sin aquellas cosas que te hacía feliz, aunque jamás las olvidas y las llevas en esa mochila que es la "vida". Tendríamos muchas horas para recordar sitios y detalles, momentos, alegrías, tristezas.... espero que te sirva un poquito.

Aquí estamos en Tenerife ávidos de noticias de nuestra tierra, y muy orgullosos de las gentes, como tú, Javier que no dejan que se olviden los recuerdos, de nuestro querido Grado.

Un saludo. Flor

Si tú también eres un Moscón/a que vive fuera de nuestra villa, y quieres contarnos y compartir con toda la gente de Grado tu historia y vivencias de juventud en Grado, envíanoslas a nuestro correo: contacta@gradonoticias.com o llámanos al móvil: 630848117


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